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miércoles, 25 de mayo de 2016

Relato

Buenos días.
Hace pocas semanas el profesor de microrrelato nos planteó un ejercicio que consistía en narrar una película o libro (yo elegí peli) en primera persona desde la perspectiva de uno de los personajes.

El objetivo era fijarse en rasgos característicos del personaje y utilizarlos como "herramientas de escritura" por así decirlo para contar la misma historia con un estilo lo más parecido posible al suyo.

Fue un gran fastidio para mí no tener oportunidad de compartirlo con el resto de compañeros, me hubiera gustado porque me esforcé por hacerlo bien. Pero el profesor dijo que no iba a poder ser, que teníamos trabajo atrasado, y que me había excedido en párrafos (le doy la razón, pues no hay más que saber que es una tarea encomendada por el profesor de Microrrelato, y mi narración no es precisamente demasiado corta).

En mi necesidad de que esta historia no quede en "deberes inútiles y olvidados", la publico en esta entrada. A ver si sabéis de qué film se trata.


Saludos, hermanos míos. 
Verán; A la edad de 14 años, yo era un joven enrollado, o, de
acuerdo con nuestra jerga, un cheloveco joroschó que solía quedar con mis amigos, mis
drugos, en el bar lácteo koroba, donde piteábamos un poco de la deliciosa leche plus, con una
gran dosis de sympthemesco. 

Tras unos sorbos, todo era espléndido, la ciudad era nuestra. Influenciados por la moda Nadsat, y colocados por dicha sustancia, salíamos a la calle con nuestras ropas blancas, bastones y gorros, y yecábamos  a toda velocidad con el auto, palizábamos a los viejos brachnos, que siempre estaban donde no debían, y, cómo no, si se prestaba la ocasión, violábamos a alguna debochca entre los cinco.

Todo parecía ir bien, y es que, cuando tus días están llenos de acción, sin nada ni nadie que te
reprima, y vuelves a casa, y puedes slusar al grandioso Ludwig Van,  alcanzas la felicidad plena.

Sin embargo, había algo que de verdad me disgustaba, la obsesión de Lerdo por quitarme el
poder en la banda, y convertise él en líder. Me molestaba porque Lerdo, como su propio
nombre indica, no era más que eso, un simple Gluco. Así que un buen día, que andabámos
caminando por una pasarela al lado del mar, lo tolchoqué con tal fuerza que
irremediablemente calló al agua. 
¡Eso sí que estuvo de veras joroschó!. Luego cuando le tendí la
mano y la cogió, oh hermanos míos, esto también fue muy divertido, le rajé el brazo con mi
britba multiusos.

Pero al parecer para ellos no fue tan bueno como para mi, y me tendieron una trampa un día
que estábamos practicando el famoso Unodós con una ptitsa. 
Me arrojaron en los ojos algo que ardía, y llamaron a los militsos, a fin de que me detuvieran y encerraran de una vez en la staja.

Nunca llegué a entender muy bien cómo unos que se consideraban verdaderos drugos podían
hacer semejante jugada a su líder.

Una vez allí, entre rejas, decidí que me convenía hacerme amigo del chaplino, es decir del
sacerdote, y fingí tener un repentino interés por la biblia y el culto a Bogo, aunque en realidad
lo que me gustaba era imaginar los latigazos a Jesucristo, su dolor portando la pesada cruz en
la que posteriormente iría a ser asesinado, y otros episodios violentos que en este libro se
narraban. 
Todo esto a fin de reducir mi condena.

Pero, un buen día vi claramente la solución a mi encierro. Al parecer, había un método que se
estaba desarrollando en Europa y que permitía a las personas con trastornos psicológicos
reinsertarse, en mi caso, me ayudaría a olvidar la violencia.

Yo tenía claro (tan claro como el agua cristalina, tan claro como el cielo azul en una mañana de primavera) que esto no sucedería, pero mi obsesión por volver a ser libre y crapar (palizar) a
diestro y siniestro hizo que aceptara someterme a cambio de mi prometida libertad.

En un principio, el método no parecía muy desagradable; me llevaron al cine unos médicos y me hicieron videar todo tipo de películas violentas, escenas de nazis, escenas de mete saca
salvaje, escenas donde el crobo rojo rojo brotaba como agua de la fuente... y encima con Beethoven por banda sonora. ¡Qué maravilloso!. 
Lo único molesto era que no podía girar mi quijotera hacia ningún lado, estaba atado y ubicado en frente de la pantalla, tampoco podía parpadear, porque tenía unas máquinas en los párpados para
sujetarlos y un médico echándome gotas para que no se me secaran los glasos. 
También había una enfermera que me pinchaba algo, No sé muy bien el qué.

Al cabo de unos días, empecé a hartarme, y no solo eso, empecé a sentirme verdaderamente
enfermo, ya no quería videar más escenas, pero no tenía elección. 
Llegados a éste punto,comencé a oponer resistencia, crichaba como un besuño, y la música de mi adorado Ludwig Van era ahora un straco para mis oídos.

Una vez empezaron a verse claros los signos de rechazo a la violencia en mí, me sometieron a
pruebas delante de un jurado, me presentaron a una filosa bien atractiva, sin más ropa que
unas bragas, pero los grudos al descubierto, y sentí cómo no me apetecía lubilular con ella.

Luego apareció un málchico maleducado que pretendía irritarme, y me obligó a chuparle la
suela del sabogo. Me apetecía tolchocarlo, pero no me veía capaz, tan sólo por pensarlo, me
subió una náusea horrorosa. 

Definitivamente, se habían ocupado bien de lavarme el mosco. 

Después de todo esto, el jurado decidió que estaba rehabilitado, y me devolvió la libertad.
Pero esto no fue tan bueno como pensaba; pues al regresar a casa de pe y eme (papá y mamá)
observé algo inaudito; me habían sustituido. 
Se habían buscado a otro joven que ocupara mi cuarto, alguien que no se metiera en líos, y a quien casi querían como a un hijo.

Así que me fui, con el corazón hecho lonticos, a la calle a pensar. Allí me encontré, debajo de un
puente, con uno de los dedones (viejos) al que yo y mis drugos habíamos bredado una noche
salvajemente. 
Éste estaba ahora con sus amigos, dispuesto darme una buena paliza, de la cual no pude defenderme porque una vez más me subía la asquerosa náusea.

Al fin los militsos llegaron pero, para mi sorpresa, éstos eran Lerdo y sus compinches, ¿cómo era posible que semejantes vándalos hubieran conseguido tal cargo?. 
No lo sé, lo que sí sé es como me torturaron, me hundieron la quijotera en el abrevadero hasta casi ahogarme, mientras se reían y me cracaban con sus porras.

Cuando por fin se cansaron, yo estaba a punto de morir, no tenía dengo (dinero), ni casa, ni
amigos, y encima estaba malherido y comenzaba a llover. 
Anduve cuanto pude hasta encontrar un hogar tranquilo y solitario donde, esperaba, me pudieran acoger al menos una noche.

Me abrieron la puerta y, una vez más, la suerte me jugó una mala pasada; era uno de los
ancianos a los que yo y mis drugos habíamos visitado en nuestras noches de jolgorio, y,
además, habíamos matado accidentalmente a su mujer.

En un principio no me reconoció, pero más tarde estaba yo en la bañera cantando Singing in
the Rain, y de inmediato recordó quien era, el mismo que entró a su casa cantando eso
mientras ponía en práctica terribles atrocidades.
Además, el tipo había leído sobre mí, y sobre el método Ludovico al que me había sometido.

Así que amablemente me invito a krunch krunch un delicioso plato de pasta, y luego a subir al dormitorio a sasnutar un rato. 
Allí me encerró y me puso mi examada ahora odiada música de Beethoven. No podía salir, y para mis oídos este era el peor de los castigos. Volvía a tener ganas de vomitar, pero tampoco vomitaba, así que decidí poner fin a mi horrorosa nueva vida saltando por el balcón.

Acabé en el Hospital, no pude matarme. Pero de pronto era famoso, una prueba empírica del
resultado de un Estado que controla y reprime, un sistema que en lugar de reconducir el
crimen, decide cortar con él de raíz sin replantearse las posibles consecuencias. 

Y, lo que es aún más maravilloso, el golpe me había reventado algo por dentro y de pronto volvía a tener pensamientos gloriosos de violencia y Ludwig Van. Ahora, ¡oh hermanos míos!, ahora sólo necesitabarecuperarme.

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domingo, 22 de mayo de 2016

Canción de la Semana

Hola otra vez.
He pensado que dado que una de mis grandes pasiones es la música, le voy a dedicar un apartado semanal a mi canción y disco más reproducidos durante los anteriores 7 dáis, a ese que me ha seguido casi a todas partes y que me ha hecho pensar una vez más que "sí, definitivamente, este es mi grupo favorito".

De acuerdo con mi iPod la canción más reproducida ultimamente ha sido "No me importa", de Immortal Technique. Me gusta mucho de esa canción la sencillez pero también originalidad de la base, interpretada simplemente con una flauta travesera y un acompañamiento de batería.
Pero sin duda lo más llamativo de este tema es el idioma. Siempre me ha molado el rollo "spanglish" en la música (lo que no significa que escuche reggaeton), pero esta canción creo que lo lleva al extremo. Tanto es así que cuando la oí por primera vez no sabía si estaba ante un MC español que dominaba el inglés, o un Americano que hablaba español a la perfección.
Al final resultó no ser ni lo uno uno ni lo otro, Immortal Technique (Felipe Coronel, su verdadero nombre) tiene la doble nacionalidad: peruano y estadounidense.
Eso justifica tanta facilidad para cambiar de un idioma a otro dentro de la misma frase, y hacer rimar las palabras aún con distintas pronunciaciones.

Os adjunto aquí el link para que seáis vosotros mismos los que podáis comprobarlo y juzgar con vuestros oídos. Me hubiera gustado encontrarla subtitulada (o "with lyrics") pero no ha habido manera. De todos modos las imágenes y lo que canta están siempre muy relacionados.

Immortal Technique - No me importa

Respecto al otro tema; al disco de la semana... Sin duda alguna At Fillmore East, de los Allman Brothers. Fue su primer disco publicado de un directo, con una duración de 1 hora y 16 minutos, que en mi opinión, se quedan algo cortas para la enorme calidad musical que tiene.

El disco fue producido por Tom Dowd, pero hay que agradecer especialmente el mérito a los dos guitarristas Gregg Allman y Dickey Bettis por tales improvisaciones y sólos como las que hicieron en aquel directo de 1971 en Fillmore (Nueva York).

Una anécdota curiosa sería la de que Allman Brothers Band fue fundada como una banda de hermanos (eso es obvio) por Gregg y Duane Allman, pero no fue hasta dos años más tarde (en el 71) cuando sólo uno de ellos (Gregg) participó en aquel concierto que fue algo así como "el momento más álgido del grupo".
Es una pena que Duane no pudiera participar, pero lo cierto es que acababa de morir ese mismo año, a la prontísima edad de 24 y de una manera horrorosa (hemorragia en los órganos internos tras haber sido arrastrado por la carretera y finalmente aplastado por su propia moto al perder el control chocando contra un camión).

Una pena, pero gracias a la cual se incorporó el nuevo miembro Dickey Bettis colaborando con la segunda guitarra de una manera impecable.

El disco consta de varios estilos, rock, country y jazz, pero las opiniones son variadas, el mismo productor Tom Dowd dijo abiertamente que era "fusion" y yo, que creo que tiene ciertas similitudes con la banda británica Camel, diría que principalmente es Rock Progresivo.

Dicho todo esto, aquí os dejo el link para que os lo escuchéis un poco.

Allman Brothers Band - At Fillmore East

sábado, 21 de mayo de 2016

Nadie sabe nada (en mi blog)



Como bien dije antes en la introducción a mi blog, tengo una gran necesidad comunicativa, y en este blog voy a tratar de compartir todo lo que pienso (y obviamente que pueda tener algo de interés). Hablaré de música, cine, anécdotas de mi vida, o incluso de vez en cuando algún microrrelato improvisado. De momento, como ya son pasadas las 12, decido comenzar por algo que no me supone mucho esfuerzo, una experiencia que me ocurrió hace no demasiado tiempo que, aunque breve, puede dejarle a uno pensativo.

Según iba andando por las calles de mi antigua ciudad, Majadahonda, me encontré con uno de estos simpáticos ancianos que parecen estar equivocados de siglo, y hasta de país.

Llevaba una buena pipa en la boca y una boina francesa sobre la cabeza. Además creo recordar que olía como a ganado o a algo desagradable, pero que evocaba al pueblo y transmitía un sentimiento de humildad.

Como me hizo gracia decidí saludarlo, le dije literalmente "¡Hola!" con una media sonrisa, nada que diera juego a una gran conversación. Pero el hombre me malinterpretó, se paró delante de mí, y sacando su pipa de la boca me miró con un aire entre serio y confuso y me soltó un "¿quién eres, hijo?", a lo que yo no pude hacer otra cosa que quedar boquiabierto, sorprendido por la absurdez de su pregunta, pero también pensativo.

Después de unos 3 o 4 segundos mirándonos el uno al otro con expresiones extrañas, (y de dar un poco la nota en la calle), me armé de valor y contesté "No lo sé", a lo que él me puso la mano en el hombro y sonrió. Estoy casi seguro de que queriendo decir "yo tampoco".

Después, cada uno siguió su camino, yo hacia mi casa y el, ¿quién sabe?, puede que a reunirse con su familia, o con sus vacas, o puede que para él ambas cosas sean la misma. También puede que fuera un ser solitario, alguien que por su edad cree haberlo perdido ya todo, a juzgar por su apariencia, incluso la cordura.

De todo esto me quedo con la pregunta anterior: "¿quién sabe?". ¿Acaso sabe alguien quién es más allá de su nombre y los dos o tres apellidos que conoce?.

No lo creo, la humanidad siempre se ha desarrollado en un entorno de ignorancia. De no saber ni porque existimos, ni qué hacemos, ni a donde vamos a parar, y para dar a todo ello una explicación "satisfactoria" hablan de Dios..

Pienso que poca gente se cuestiona de verdad el motivo de la existencia. Para mí no vale con que los caminos del Señor sean inescrutables. Yo pienso que nuestras vidas son una broma macabra, no sé muy bien de quién, pero quien nos puso "aquí" nos hizo lo suficientemente "divertidos" como para querer observarnos día tras día desempeñando nuestros roles, cada cual a su manera, pero siempre los mismos: Nacer, avanzar lo más lejos posible evitando zancadillas de los demás, y algunos hasta reproducirse; pero todos con la ilusión de llegar lo más tarde posible a nuestra meta: la muerte.
El hecho de que todo termine en, como diría Kansas, Dust in The Wind, y nosotros queramos seguir igual, dando vida a nuevos seres egoístas, me lleva a pensar dos cosas: una que, la extrema sensibilidad con la que cuenta el ser humano en sus aparatos genitales no es casualidad, sino una buena maniobra para que "el juego continúe", y que, además de divertidos, el creador (el que sea) nos hizo francamente ignorantes.

He de admitir que no pensar en todo esto es lo más fácil y que sin duda nos hará felices, más aún que perder horas de sueño revelando anécdotas y pensamientos "autodestructivos", para "quién sabe" que lector. Pero a mi me gusta divagar. Y quiero que conste que no soy una persona ni negativa ni misántropa, de hecho diría incluso que soy feliz. Es sólo que cuando intento dar una explicación a la existencia de este mundo lleno de violencia y odio (porque no hay más que encender la Tele para ver que no exagero) esa es lo que me sale, que alguien (no sé quién) nos está tomando el pelo desde arriba. Y ese alguien no debe ser tan bueno...

Pero bah!, si bien pienso que la vida es una broma macabra, es una broma que nos ha tocado asumir, así que, mejor ríámonos con ella.